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  • Foto del escritorOmar Baños

Escribir es cosa de escritores


Escribir es cosa de escritores. Por lo menos eso nos cuentan. Es faena de gente que se pasa la vida escribiendo cosas maravillas o terribles de la vida. Contar y escribir historias es un talento que se desarrolla. No siempre van juntas. Lo que si es cierto es que todos tenemos historias que contar, sepamos escribir o no. Unos se convierten en escritores profesionales que desarrollan sus destrezas con la pluma, o mejor dicho, con el teclado de su computador. Otros cuentan historias fantásticas pero no saben usar ni un lapicero.

Escribir es el ejercicio de plasmar en papel o en la pantalla las historias, propias ideas, las mentiras, lo fantástico, lo increíble, lo triste, lo hermoso… todo lo que puede existir en la vida.

Escribir no es solo cosa de escritores, sino que también es cosa de personas como yo que tienen cosas que contar y nos sentamos frente a una hoja en blanco o una pantalla de ordenar reluciente de soledad para dejar fe de las cosas que fuimos en la vida o las cosas que aprendimos en la vida, o las cosas que otros compartieron con nosotros en la vida.

Escribir es una forma de ordenar las cosas que nos hacen ruido en la cabeza. Una palabra tras otra. Una frase tras otra. Una imagen tras otra. Así armamos las historias que queremos contar y cómo queremos contarlas.

Contar nuestras propias historias tiene un poder inigualable.

Una vez alguien me dijo, con una tonelada de sarcasmo, que quizá mi vida era muy interesante como para atreverme a escribir un libro autobiográfico. Me puse a la defensiva instintivamente. Sentí la necesidad de justificarme, de explicarle que mi vida, hasta ese momento, había sido fantástica. Pero en el fondo yo no tenía que justificar nada. Esta persona tenía una idea de quienes pueden contar sus vidas, de quienes pueden escribir sobre sus vidas, y en esa vida no cabía una persona como yo que, para ella, no era nadie más que un colega de trabajo. Su comentario no fue de mala leche, sino que fue el reflejo de lo que comprendemos que es la literatura y las historias importantes que contar.

Contar nuestras historias, nuestras propias historias, con nuestra propia voz, sin los filtros de los cánones y los beatos consagrados, es un poder inigualable. Utilicémoslo para escribir, compartir, conversar y dejar testamento de lo que fuimos, más allá de lindas fotos colgadas en muros virtuales.

Escribir es cosa de escritores. Todos somos escritores, en realidad, pero debemos desarrollar la costumbre de escribir y contar nuestras historias, contarlas como nosotros las hemos vivido, como nosotros las entendimos, como nosotros queremos que el mundo las recuerde.


Hay que dejar huellas, como se dejan huellas sobre la arena mojada.

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